Estamos de efemérides tanto en la revista andaluza como en la organización ecologista. Echando la vista atrás, los que hemos estado dando el callo en estas dos décadas estamos obligados a subrayar los éxitos y explicar los fracasos.
Nadie puede poner en duda que el grado de sensibilización y compromiso de la ciudanía andaluza ha experimentado un fuerte avance, aunque la degradación medioambiental y la falta de respuestas adecuadas no han dejado de aumentar.
Lo que hace veinte años era una amenaza, el Cambio Climático, es ya desgraciadamente una realidad a la que debemos enfrentarnos.
En diciembre de 1998 nacía la Confederación de Ecologistas en Acción, en la que se integraron más de 300 grupos. La diversidad, lejos de restar, nos enriqueció, nos hizo más eficaces y permitió un discurso alternativo mucho más potente, en el que se integraban la importancia de la conservación de la biodiversidad con las nefastas consecuencias de la globalización neoliberal en nuestras sociedades. También nos convertimos en la red ecologista con mayor imbricación en el territorio estatal, gracias a una gran cantidad de activistas y grupos siempre pendientes de las agresiones a su entorno. Andalucía fue motor de todo este proceso.
Solo unos flashes para retratar el estado medioambiental de nuestra comunidad:
La biodiversidad en Andalucía: La situación de Doñana, sitiada por urbanizaciones, cultivos intensivos y almacenamientos de gas, es sintomática de una política de islas de naturaleza que no garantiza su conservación integral, a pesar del esfuerzo de sus gestores.
El medio marino: mil kilómetros de costa han sufrido los embates de una urbanización sin control y una depuración insuficiente, un Plan de Protección del Litoral recurrido y con una red de reservas marinas todavía insuficiente.
Espacios naturales ¿protegidos?: Andalucía fue la primera Comunidad que aprobó una Ley Inventario de Espacios Naturales (1989), pero su ampliación con la Red Natura 2000 se ha hecho de manera rutinaria.
Bosques en peligro: Un Plan Forestal Andaluz del todo postergado, con los incendios forestales recurrentes y la amenaza del envejecimiento de los alcornocales y el declive de la dehesa.
La especulación y la corrupción urbanística: un azote que solo el estallido de la burbuja inmobiliaria ha frenado transitoriamente.
Militarización del territorio: las bases militares de Rota, Morón y Gibraltar siguen con su persistente amenaza e industrias como Navantia en la Bahía de Cádiz contribuyen a la agresión militar.
El agua en Andalucía: una gestión insostenible: el Pacto Andaluz del Agua fue un rosario de buenas intenciones, pero la sumisión a las obras hidráulicas como panacea continúa y el descontrol del riego ilegal también.
Contamina que algo queda: los Planes de Calidad del Aire no han logrado reducir la contaminación en focos insalubres como el Polo Químico de Huelva y la Bahía de Algeciras; la gestión de los residuos sigue con el predominio del vertido, la economía circular todavía no ha llegado a nuestro territorio.
El potencial de las energías renovables: resulta frustrante que continuemos hablando del «potencial» de las energías renovables en Andalucía y no de su «realidad», el hachazo de los gobiernos centrales a las renovables se ha dejado sentir en Andalucía. Las centrales térmicas de Pueblo Nuevo, Los Barrios y Carboneras siguen arrojando al aire todos los años millones de toneladas de CO2.
El Cambio Climático: lo que en 2002 era el Plan de Acción “frente” al Cambio Climático es ya un Plan “contra” el CC. La Ley andaluza de Cambio Climático, todavía en borrador, carece de compromisos serios de reducción de los gases de efecto Invernadero.
Daniel López Marijuán
Ecologistas en Acción Andalucía