La desaparición de las abejas
- On 22 agosto, 2017
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- agricultura, biodiversidad, cambio climático
Albert Einstein profetizaba un negro futuro en el caso de que la abeja desapareciera de la faz de la tierra. “Al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”, dijo. Sólo con afirmaciones como ésta cabe destacar la importancia, para muchos desconocida, que para el medio ambiente tienen las abejas. Y según los últimos estudios, su población se está reduciendo.
La historia de las abejas ha acompañado a la de la humanidad. Desde sus comienzos, el ser humano ha saboreado la miel. Las abejas aparecieron sobre la Tierra hace 80 millones de años y ha acompañado al hombre en sus peregrinaciones. Algunas pinturas rupestres reflejan que el ser humano recolectaba la miel. Sobre los jeroglíficos, así como en representaciones de la Mesopotamia antigua y algunas de la China de los primeros siglos de nuestra era, se halla ilustrada la recolección de la miel. La tierra prometida era aquella donde corrían la leche y la miel. El producto de la abeja fue el primer edulcorante de la humanidad.
Si desaparecieran…
Se produciría un importante desequilibrio ecológico, según el director del Centro Andaluz de Apicultura Ecológica. Si la miel puede importarse, la polinización no. La falta de fertilización alteraría los ecosistemas. Las abejas, además de productoras de miel, son indispensables para la polinización de las flores y de las plantas. Este importante papel de las abejas en los ecosistemas silvestres lo destaca Francisco Puerta haciendo alusión a los estudios del servicio de Investigación Agraria de Estados Unidos. Según éstos, por cada dólar que las abejas producen de miel, producen veinte en polinización.
El papel de la abeja es muy importante en los diversos ciclos de la vida de diversas especies. Sin abejas no hay miel, pero sobretodo, no hay reproducción, desaparecen determinadas especies vegetales, con lo que desaparecen diversas especies animales. La apicultura tiene un valor incalculable en la conservación de nuestro medio ambiente por varias razones. En primer lugar, por su contribución a la polinización de plantas silvestres, generando semillas y frutos que perpetúan la cubierta vegetal natural, frenando la erosión, además de servir de base para la alimentación de muchas especies protegidas. Precisamente por aprovechar sin dañar recursos silvestres, es ideal como actividad en zonas donde peligra el mantenimiento del tejido rural, sirviendo de complemento a muchos sistemas agrícolas tradicionales.
El trabajo del apicultor, desarrollado frecuentemente en zonas naturales donde no existe otra actividad, actúa positivamente en la prevención de incendios y en el mantenimiento de las vías de acceso. Es evidente que si hablamos de una actividad humana totalmente integrada en el medio, esa es la apicultura.
Las abejas van a ser las responsables de polinizar el 80% de las plantas entomófilas (aquellas polinizadas por insectos), entre las que se van a encontrar muchísimas plantas silvestres y también un gran número de nuestros principales cultivos.
Cuando se alaban las virtudes de las abejas con la polinización, se trata esencialmente de la polinización cruzada, que no es otra que la que se produce entre flores de distintas plantas de la misma especie. En muchas especies de plantas es posible que se polinicen entre sí flores de la misma planta, o incluso que una flor se polinice a sí misma (autopolinización). A diferencia de ésta, con la polinización cruzada se produce un intercambio genético muy superior, generando diversidad y mayores posibilidades de adaptación a los permanentes cambios que se producen en el medio, permitiendo la supervivencia de las especies vegetales. Esto es especialmente importante en un entorno tan dinámico como el que encontramos en la zona climática mediterránea.
Realmente lo importante de la polinización son sus consecuencias, que no son otras que la formación de semillas y frutos. Una buena producción de semillas es fundamental en la recuperación vegetal de zonas degradadas, lugares donde un incendio, excesivo pastoreo, agricultura inadecuada o mala gestión han llevado al deterioro de la cubierta vegetal. En estas zonas, una adecuada polinización y formación de semillas favorece de forma notable la recuperación de la cubierta vegetal y la protección del suelo, evitando otros problemas añadidos como la erosión y la temida desertización que en tan alto grado afecta a nuestra tierra. Otra faceta positiva es la retención del agua, permitiendo su mejor absorción en el terreno y mayores posibilidades de disponer de ella en el futuro, además de prevenir riesgos de avenidas e inundación.
Un papel fundamental tienen también las abejas ayudando en la conservación de especies vegetales entomófilas en peligro, muchas de ellas endemismos de nuestros parques naturales y riquezas de la biodiversidad. Tal es el caso del Viburnum lantana o el Sorbus aria. En estas situaciones, la presencia de abejas aseguran la polinización y formación de semillas, colaborando en la regeneración de las especies.
La polinización de las abejas también es fundamental para mantener la abundancia y la diversidad animal. La abundancia de semillas, frutos y nuevas plantas, consecuencia de una buena polinización, va a ser fundamental en la alimentación de los animales, y no sólo de los silvestres, también de nuestra ganadería extensiva, y en última instancia de nosotros mismos.
Apicultura y agricultura
Es necesario que exista una estrecha relación entre agricultores y apicultores, pues ambos se encuentran interesados en un proceso común. La protección adecuada de las abejas facilita la producción agrícola en cantidad y calidad en determinados casos, así como la producción de miel y otros productos derivados que permiten el desarrollo del sector apicultor.
Las aplicaciones de productos fitosanitarios sobre cultivos en floración, susceptibles de ser visitados por las abejas, representan un grave peligro para las mismas y para otros insectos polinizadores. Las recomendaciones que habitualmente se hacen al respecto, unido a la ejecución de buenas prácticas agrícolas en los procesos de cultivo, siempre que sean adoptadas conjuntamente y al unísono por agricultores y apicultores, deberán tener como consecuencia la ausencia de problemas en campo entre ambos sectores y el beneficio mutuo en sus respectivas producciones.
A la hora de elegir los productos fitosanitarios que se van a utilizar, hay que tomar en cuenta su clasificación toxicológica para abejas, que aparece reflejada en las correspondientes etiquetas, así como las informaciones que se den sobre el tipo de aplicación y demás recomendaciones de uso, ya que ello es fundamental para evitar o minimizar los riesgos para las abejas.
Las abejas mediterráneas se distribuyen al ritmo del mercado de las flores
Un estudio revela que algunas especies de flores, como las estepas, el tomillo o el romero, explican una parte importante de la distribución y la abundancia de las comunidades de abejas en un entorno mediterráneo. Esta información es muy útil para planificar medidas que frenen los declives en las poblaciones de abejas de los últimos años.
Existen más de mil especies de abejas diferentes en el mundo y no todas hacen miel ni son sociales. Sin embargo, las abejas son el grupo de insectos polinizadores más diverso, numeroso y efectivo del planeta. Por lo tanto, son claves en la preservación de los ecosistemas terrestres. Los primeros resultados del proyecto de investigación LANDPLONET, coordinado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y presentados recientemente en un trabajo coordinado por la investigadora Anna Torné, dan nuevas pistas sobre los factores que afectan su abundancia y distribución en el mediterráneo.
Según los resultados, la fluctuación anual del mercado del polen y del néctar en los matorrales mediterráneos, permite explicar una parte importante de la distribución y abundancia de abejas en el territorio. En determinadas épocas del año, la disponibilidad de polen y néctar desciende considerablemente a la vez que la población de abejas aumenta. En este momento, la competencia por las flores es encarnizada y determinadas plantas en flor resultan claves para asegurar la continuidad de algunas comunidades de abejas.
Por ejemplo, al principio de la primavera, hay muchas flores y pocas abejas, el mercado floral es amplio y las comunidades de abejas se distribuyen donde hay romero (Rosmarinus officinalis) y tomillo (Thymus vulgaris). Sin embargo, hacia abril, estas dos especies vegetales dejan de florecer y el mercado de polen y néctar entra en crisis. Es el mismo momento del año en el que nacen las nuevas abejas y la población aumenta de forma considerable.
Así pues, hay un espacio de tiempo en el que una gran cantidad de abejas busca flores en un entorno en el que prácticamente sólo quedan en flor las estepas (género Cistus) y alguna mata (Dorycnium pentaphillum). Esta situación hace que las estepas se conviertan en el epicentro de la actividad polinizadora. De hecho, los investigadores han comprobado que esta planta es clave y determina parte de la abundancia de abejas en un territorio mediterráneo.
Otros resultados del proyecto también señalan que la masa corporal de las abejas es un factor importante a la hora de determinar su distribución en un territorio. Así, las especies de abejas con mayor masa corporal se reparten de una forma uniforme en el territorio. Estas grandes abejas necesitan sobrevolar el máximo de espacio para encontrar todos los requerimientos energéticos que necesitan. Un ejemplo es el abejorro, Bombus terrestris.
Otras especies de abejas más pequeñas no necesitan volar más de 100 o 200 metros para encontrar recursos y se reparten en unos núcleos concretos que dibujan un mosaico de distribución en forma de manchas. El estudio también concluye que la disponibilidad de recursos para hacer el nido no afecta a la distribución de las comunidades de abejas, pues de forma general son recursos muy abundantes (suelo desnudo, agujeros en la roca, conchas de caracol vacías, etc).
Las abejas son claves para la preservación de los ecosistemas mediterráneos
En el estudio, llevado a cabo en el Parque Natural del Garraf, se han estudiado unos 6.500 individuos correspondientes a 113 especies diferentes de abejas. Del total de abejas, se ha encontrado que 19 especies representaban el 80% de individuos y que el resto se podían clasificar como especies raras. Por otra parte, se han detectado hasta 30 especies diferentes de plantas de las cuales seis producían un 80% de las flores totales existentes.
Tal y como recuerda Anna Torné, una de las investigadoras del proyecto y autora de los primeros resultados «el rol de las abejas como polinizadores es clave en la preservación de los ecosistemas terrestres tal y como los conocemos ahora». Sin abejas no sería posible la reproducción de muchas plantas, la formación de frutos y de semillas. Si este servicio no se realizara, especies que dependen de las flores y los frutos, como algunos animales o insectos, dejarían de existir.
Hoy en día, la aplicación de insecticidas de uso agrícola, las transformaciones incesantes del territorio y la urbanización intensiva provocan la destrucción continua de los hábitats naturales de los polinizadores y de las plantas de las que se nutren. Esto ha hecho que diversos estudios internacionales detectaran fuertes bajadas, a nivel regional y mundial, y que incluso llegaran a hablar de una posible «crisis de la polinización».
Investigación básica con potencial divulgador
El proyecto LANPOLNET, un proyecto de tres años de duración financiado por el MICINN y coordinado por el investigadores del CREAF Jordi Bosch y Anselm Rodrigo, tiene por objetivo medir los efectos de la dinámica de los hábitats sobre las comunidades de plantas y polinizadores.
El proyecto cuenta con un enfoque integrador y diferentes escalas. Entre los hitos del proyecto se encuentra la evaluación de la riqueza de especies -tanto de plantas como de polinizadores- y de su abundancia en fragmentos de hábitat con un tamaño e historia contrastados en los últimos 50 años. Asimismo, también se propone evaluar el efecto del cambio del paisaje sobre la estructura de las redes planta-polinizador.
Finalmente, el proyecto también contempla una vertiente divulgativa y de fomento de la cultura científica y contará con la realización de una guía de identificación de insectos y plantas apta para todos los públicos. La guía ha sido financiada por Catalunya Caixa y se podrá llevar al campo porque será consultable a través de los móviles inteligentes.
La colmena
La colmena es una maravilla arquitectónica donde 50.000 abejas realizan instintivamente funciones de química complicada, y resuelven problemas de alta matemática. Viven nada más que 46 días, pero la Reina vive varios años, y pone 3.000 huevos diarios, cada uno en su debida celda…la abeja produce 440 aleteos por segundo, 26.400 por minuto…
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